SANTA ROSA DE LIMA PATRONA DE LA ROMANA

Santa Rosa de Lima patrona de La Romana

MIGUEL COTES

Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu Santo de la ciudad de la Lima, entonces capital del virreinato del Perú.
Su nombre original fue Isabel Flores de Oliva. Era una de trece hijos habidos en el matrimonio de Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan Puerto Rico y de la limeña María de Oliva.
En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó al pueblo serrano de Quieves, en la cuenca del Chillón, cuando su padre asumió el empleo de administrador de un obraje donde se refinaba mineral de plata.
Las biografías de Santa Rosa de Lima han retenido fijamente el hecho de que ese pueblo, que era doctrina de frailes mercedarios, la joven recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de mano del arzobispo de Lima, Santo Toribio Alonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.
A Santa Rosa de Lima le tocó vivir un ambiente de efervescencia religiosa, una época en que abundaban las atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte de una población que ponía gran énfasis en las virtudes y caridad de vida cristiana.
A Santa Rosa le atraía con singular fuerza, el modelo de dominica Catalina de Siena (Santa Toscana de siglo XIV) y esto la decidió a cambiar el sayal franciscano por el hábito blanco de terciara de la orden de predicadores, aparentemente desde 1606.
Se afirma que estaba bien dotada para las labores de costura, con las cuales ayudaba a sostener el presupuesto familiar, pero fueron muy contadas las personas con quienes Rosa llegó a tener alguna intimidad.
La conducta estereotipada de Santa Rosa de Lima, se hizo más evidente cuando por orden de sus confesores de la orden de los dominicos se encontró una composición titulada “Escala Espiritual”.
Hacia 1615 y con la ayuda de su hermano favorito Hernando Flores de Herrera, construyó una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa de sus padres.
Allí en un espacio de poco más de dos metros cuadrados, Santa Rosa de Lima se recogió con fricción a optar y hacer penitencia.
Posteriormente en marzo de 1617 celebró en la iglesia de Santo Domingo de Lima, su místico desposorio con Cristo, siendo Fray Alonso Velásquez (unos de sus confesores) quien puso en sus dedos el anillo en señal de unión perpétua.
Con todo acerbo, Rosa había predicho que su vida terminaría en la casa de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza, a la cual se trasladó a residir en los y últimos cuatro o cinco años de su vida.
Ella le pidió a la esposa del contador, Maria de Uzategu que la amortajase a la hora de muerte y que Luisa Daza le entonara una canción con acompañamiento de Vichuela.
Así entregó la virgen limeña su alma a Dios afectada por una aguda hemiplejia, el 24 de agosto de 1617 en las primera horas de la madrugada.
El mismo día de su muerte, por la tarde, se efectuó el traslado del cadáver al convento grande de los dominicos.
Ante una gran concurrencia de personas, el 25 de agosto, hubo una misa de cuerpo presente oficiada por Pedro de Valencia, obispo electo de La Paz, y luego se procedió sigilosamente a enterrar los restos de la santa en una sala del convento sin toques de campana ni ceremonia alguna, para evitar la aglomeración de fieles curiosos.
El proceso que condujo a la beatificación y canonización de Rosa, empezó casi de inmediato con la información de testigos promovida en 1617-1618 por el arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero.
Tras un largo procedimiento, el Papa Clemente X la canonizó en 1671.
Desde un punto de vista histórica, Santa Rosa de Lima, sobresale por el de la primera Santa de América, Filipinas, Indias Orientales y patrona de este pueblo de La Romana.

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