TRADICION
Por Vlanny Solano
La euforia ha mermado. Conforme han pasado los años, República Dominicana fue testigo de cómo disminuyeron considerablemente las apariciones de los grupos de baton ballet. Graduaciones, fiestas patronales, eventos deportivos, entre otros, servían de escenario para el despliegue de color y sincronía entre las chicas, que con batuta en mano y a son de marcha, ofrecían un vistoso espectáculo.
Ya no se les ve arreglarse en la casa de una compañera, para salir de ahí todas juntas y llegar llenas de orgullo al lugar donde iniciarían su recorrido. Tampoco se les observa luego del desfile reunirse a contar anécdotas jocosas de lo ocurrido.
Faldas cortas de tachones con sus respectivas pantaletas, medias panties o pantyhause blancas, moños súper aplacados con vaselina y tenis blancos bajitos que muchas veces eran sustituidos por alpargatas, eran el sello característico de un grupo de baton ballet.
Nadie puede olvidar las “pirámides”, “montañas rusas”, “vuelta y maroma”, “rotación de la cintura” y la chica que podía “despatillarse” de que hacían alarde dichos grupos, por considerarlo una destreza fuera de lo común.
Clasificación
Conocidas como batoneras, bastoneras, batuteras o cachiporras, como se les dice en algunos países latinoamericanos, no cruzan la pequeña línea divisoria que las diferencia de las porristas, cheerleaders o chicas pom-pom. Porrista y cheerleaders son las que usan los pompones o porras, botas altas y la típica minifalda. Mientras que las batuteras visten de forma conservadora y hacen honor a su nombre usando una batuta.
Formadas en tres columnas, se adueñaban de parques y canchas deportivas para ensayar largas horas, seguidas por los redoblantes, bombos, trompetas, drums y admiradores que hacían de las constantes prácticas el sitio preferido para pasar sus tardes.
La edad mínima que las niñas debían o deben tener es de siete años, recibiendo automáticamente el nombre de “mascotitas”. Las demás no reciben ningún nombre, salvo que sea capitana, sub.-capitana o vice sub-capitana, elegidas por el estilo peculiar de balanceo o baile, así como la destreza en enseñar a montar coreografías para el batallón.
La disciplina no ha contado con la suficiente ayuda a nivel cultural y económico, sin dejar de lado la apatía de los padres que no van de acuerdo con la vestimenta adquirida ni la sensualidad en los pasos de baile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario